Sherlock Holmes (y II)

El Sherlock Holmes de Guy Ritchie tiene mucho en común con el Jack Sparrow de Piratas del Caribe. Salvando las distancias evidentes, ambos personajes son una reinvención poco esperada pero que, por su originalidad, resultan tremendamente atractivos. Robert Downey Jr. (Iron Man, Tropic Thunder) borda al excéntrico y astuto inglés con una estética muy de cómic que no olvida las raices de sir Arthur Conan Doyle. Pero Holmes no sería nadie sin la inestimable presencia de Jude Law (Closer, Alfie), un Watson siempre fiel, muy alejado del típico secundario puesto en escena para exaltar las bondades del protagonista. La química entre Holmes y Watson es, sin duda, el motor que hace que sea una película, por encima de todo, divertida. E ingeniosa.

La versión más ‘pulp’ de Sherlock Holmes es un compendio de todas las versiones del detective de Baker Street. Y, por supuesto, bebe mucho de una de las series más laureadas de los últimos tiempos -cuyos guionistas siempre han subrayado su inspiración ‘Holmesiana’-: House. Ambos hacen gala de una inteligencia detallista, razonada y secuencial, unida a un sentido del humor muy negro, crudo y basto. Incluso la convivencia del tándem House-Wilson es tan rica en detalles como la de Holmes-Watson.

El otro gran personaje de la cinta -Rachel McAdams, la chica, es un pelín sosa- es la ciudad de Londres. Una Londres cuidada que Holmes se afana en tocar y oler, consiguiendo que Picadilly o Trafalgar Square sean extremadamente palpables. Ritchie se ha volcado en llevar la gloria de su tierra a la gran pantalla con el cariño y la admiración de un hijo.

Ritchie, además, acierta en la forma de presentarnos a los personajes. Sabedor de que todo el mundo sabe quién es Sherlock Holmes, abandona cualquier descripción formal para, en los primeros minutos del film, mostrarnos sus habilidades físicas, investigadores y locuaces, dejando claro que este Holmes no es tan “elemental, querido Watson”.  Y sí, hay violencia. Pero no tanta como cabría esperar del director inglés, hasta puede resultar elegante. Seguiremos atentamente la sombra de Moriarty en la secuela anunciada para 2012, cómo no.