Los yankis, que nos llevan años de distancia en esto del vender, han establecido una costumbre marketiniana con todos los grandes eventos deportivos de la temporada. Productoras y distribuidoras se dan guantazos a golpe de talonario para colocar determinados trailers de películas en las pausas publicitarias. Desde un clásico de la NBA hasta la final de la Super Bowl –el partido más visto en todo el mundo-, Hollywood ha conseguido que, al día siguiente, se hable tanto del resultado como de los spots.
El sábado, en el Real Madrid-Barcelona, me sorprendió que dos de los anuncios fueran trailers de cine. Y no eran películas ya en cartelera, que es lo más habitual. Eran dos estrenos de esos que vienen con un pan bajo el brazo: Iron Man 2 y el remake de Karate Kid. La del superhéroe pasa, que se estrena dentro de 20 días. Pero, la de la patada de la grulla no llegará a nuestras salas hasta finales de junio. ¡Tres meses! Jamás había visto tanta previsión en una campaña publicitaria de cine en España.
Pero me gusta. Me congratula que se le confiera esa importancia al cine en tamaña medida. Si le concedemos esa relevancia a las películas, quizás, con la próxima Celda 211 o con cualquier otra gran cinta española, podamos lanzar un poderoso mensaje a los espectadores de la casa: “Amigos, amigas, esta película es tan buena que nos gastamos la pasta en meterla en el partido más visto del año, ¿por algo será, no?”
Y, lo mismo, las productoras españolas imitan también las campañas virales en Internet de Hollywood, tipo la página web de Industrias Stark y el sitio oficial de las Aerolíneas Oceanic.
Otra discusión, para la que no me encuentro capacitado como otras jaulas cibernéticas, es para juzgar si el Madrid-Barça fue ‘el’ partido. Para mi simple y cateto ojo no lo fue. De hecho fue un tanto aburrido. Es lo que suele pasar cuando en una película recae todo el protagonismo en los mismos personajes, haciéndose repetitivo. Y cuando pierde tu equipo, claro.