Legión

La advertencia era clara: “La única manera levemente razonable para ver la película es que no pagues nada por ella, estés borracho y rodeado de una panda de wookies que te rían las gracias. La ausencia de cualquiera de estos pilares será motivo más que suficiente para no ver, bajo ningún concepto, ‘Legión’”. Como ustedes comprenderán, ante tal sarta de genialidades no me dejaron opción. Y ahora, de motu propio, puedo afirmar: es mala hasta hacer daño. Pero qué pechá de reír.

Cinco minutos bastan para saber a lo que nos enfrentamos: un ángel, emulando a Arnold Schwarzenegger, cae en un hostil callejón, se corta las alas, se cose las heridas (¡se cose la espalda, qué fenómeno!), se viste con una chupa de cuero, se hace con un arsenal digno del propio M.A. Barracus, revienta una pared con una explosión en forma de cruz y sale disparado en busca de una madre con lleva en su vientre al mesías y salvador de la humanidad. Todo eso, aderezado por una fémina y cándida voz en off que dice: “Cuando era pequeña le pregunté a mi abuela por qué Dios estaba tan enfadado con su hijos. No lo sé, dijo ella, se habrá cansado de tanta gilipollez”.

Y ya que me han puesto la palabra en la boca, utilicémosla con propiedad: menuda gilipollez de película y qué manera de tirar el dinero. La cinta, un intento inocuo de imitar ‘La Niebla’, es una sucesión de gags cómicos que no pretendían serlo. Es, seguramente, la mejor parodia de sí misma que ningún cómico podría hacer. Mi escena favorita, sin duda, es cuando una señora, Gladys, se convierte en un demonio mientras dice: “moriréis todo, cabrones”. Además, ‘Legión’ debe ser la película de ‘terror’ que cuenta con más ancianas zombies de la historia del cine. Hay tantas abuelas poseídas que se han hecho un grupo en Facebook: “Señoras que respondieron a la llamada de Satán después de ver Legión”. Tampoco se queda atrás el zagal con voz de Constantino Romero o el vendedor de helados ‘muscleman’. Impagables.

En fin, una película que les dejará con dos preguntas clave cuando salgan de la sala. Primera: ¿Por qué no tuvo Dennis Quaid un mínimo de dignidad y se quedó dentro del Chip Prodigioso? Segunda: ¿Qué pintan aquí los hombres halcón de Flash Gordon?

Si cumplen con los tres requisitos, no lo duden, les encantará.