Salidos de cuentas

Creo que una de las cosas que más rabia me dan en el mundo es darle la razón al refranero. O a los dichos populares que por su propia definición ‘tienen’ que ser verdad. ‘Salidos de Cuentas’ partía como una segunda parte en un universo paralelo de ‘Resacón en las Vegas’ -esa comedia que nos dejó con la mandíbula batiente de tanto carcajear-. El director, Todd Philips, repetía con el actor que él mismo catapultó a la cima de la risa, Zach Galifianakis, ambos parapetados tras los mismos guionistas que ya les hicieron triunfar antes. Y, por si fuera poco, el ring lo completa Robert Downey Jr., uno de esos excéntricos de Hollywood que siempre quedan bien en pantalla (y que, además, tiene una vis cómica sobresaliente, ‘Tropic Thunder’). Pues bien, “segundas partes nunca fueron buenas”. O no tan buenas como las esperábamos.

‘Salidos de cuentas’ cuenta cómo un tipo (Downey Jr.) se ve obligado a atravesar todo el país con un ser bizarro e incomprensible (Galifianakis) y las innumerables e irracionales patochadas que les suceden por el camino. Y sí, les hará reír. Sin duda. Galifianiakis y Downey Jr. forman un tándem magnéctico que, por su sola presencia, les entretendrá durante dos horas. Sin embargo, la historia y los golpes de humor están cogidos con alfileres. Es una cinta más gamberra, más del tipo de “voy a haceros reír haciendo que el protagonista sufra todo tipo de calamidades absurdas”. En realidad, cada escena parece aislada del resto del film, gags cómicos de un ‘Muchachada Nui’ venido a menos.

Estamos ante el clásico ejemplo de película que no recomendarías a tus suegros pero que estás deseando ver rodeado de los amigos de siempre. Porque, en este caso, es absolutamente imprescindible entrar en la sala con un ánimo de chalaura y retorcimiento importante. Con un espíritu nada crítico, que acepte chistes bizarros y con tendencia a la risa fácil. Si no es su caso, relea la cartelera, hay otras opciones.