JE Cabrero

El cine siempre fue la excusa

Cyrus

El otro día me quedé solo en la redacción. Estaba frente a la pantalla del ordenador, trabajando en mis cosas, con la única compañía de una Coca Cola. Cosas de la vida, me dio por estornudar. Con la mala fortuna de que al bajar la cabeza choqué contra la lata y desparramé todo el líquido por el teclado. ¿Qué fue lo primer que hice? Mirar a mi alrededor y comprobar que no había nadie. Después, lo limpié.

‘Cyrus’ es una película que habla de la soledad. Del miedo a perder la estabilidad que te proporciona el otro. Y de las estupideces tan desternillantes que hacemos cuando creemos que nadie nos ve. Así, un hombre de cuarenta años, frustrado con la vida, justo cuando creía que nada podía ir peor, cuando el silencio de su piso empezaba a ser insultante, se enamora de una atractiva mujer, que le corresponde. La relación marcha viento en popa hasta que ella le presenta a su hijo, Cyrus, que hará lo posible para no compartir el cariño de su madre.

Mark y Jay Duplass presentan una película independiente (ojo, producida por los hermanos Scott) que es, a todas luces, fascinante. Puede que el primer éxito de la cinta sea que es cine que parece televisión. Y no, no es un insulto. Todo lo contrario. Si ‘The Office’ tuviera un hermano en la gran pantalla, sería éste. ‘Cyrus’ no es una comedia de risas enlatadas, es un humor inteligente. Sagaz. Conseguido gracias a un guión escrito con talento y un montaje espléndido, a caballo entre un falso documental y el cine más estudiado. Es una de esas películas que, antes de que te des cuenta, te tiene cogido por los intestinos, sin saber si reír o llorar.

El tridente protagonista, un elenco de secundarios con visos de estrella, callan las bocas de los que les llamaron mediocres. Marisa Tomei (El Luchador), Jonnah Hill (Supersalidos) y John C. Reilly (Gangs of New York) se suben al escenario para deleitarnos con un trabajo sensacional, del que es imposible quedarse al margen: el magnetismo de los perdedores.

‘Cyrus’ es, probablemente, la mejor comedia del año. Con lo que se hace incomprensible su paso de puntillas por la cartelera española -ya llegarán los nominaciones y los reestrenos; tiempo al tiempo, distribuidores-. Si alguna vez estuvieron solos, sabrán disfrutar la película.


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