Nadie es perfecto

Los errores bien llevados son la salsa de la vida. Y me refiero a todo tipo de errores, en su sentido más genérico; lo que nos hace políticamente imperfectos: orejas grandes, risas ridículas, barrigas cerveceras, frentes pronunciadas, esa terrible costumbre de romper todos los papelitos que caen en nuestras manos… Si echan la vista atrás, estoy seguro de que descubrirán que las lecciones más importantes las aprendieron de un error (“a veces es mejor mentir”, “no respondas nunca a la pregunta qué edad me echas”, “revisa que haya papel higiénico antes de sentarte en el váter”, etcétera).

Mientras que Natalie Portman les convence de que ella es la encarnación más visceral de la perfección en ‘Cisne Negro’, esta noche, en el festival Retroback de Granada, pueden escuchar el diálogo más perfecto sobre la imperfección, siendo perfectamente conocido por la perfecta mayoría imperfecta gracias a Joe E. Brown y Jack Lemmon, dos perfectos imperfectos, que cierran así ‘Con faldas y a lo loco’:

-Brown: Hablé con mamá. Se puso tan contenta que hasta lloró. Quiere que lleves su vestido de novia. Es de encaje.

-Lemmon: Eh, Osgood, no puedo casarme con el vestido de tu mamá. Ella y yo …no tenemos el mismo tipo.

-Brown: Podemos arreglarlo

-Lemmon: Oh, no hace falta. Osgood, he de ser sincera contigo. Tú y yo no podemos casarnos.

-Brown: ¿Por qué no?

-Lemmon: Pues primero porque no soy rubia natural.

-Brown: No me importa.

-Lemmon: Y fumo. ¡Fumo muchísimo!

-Brown: Me es igual.

-Lemmon: ¡Tengo un horrible pasado!. Desde hace tres años estoy viviendo con un saxofonista.

-Brown: Te lo perdono.

-Lemmon: Nunca podré tener hijos.

-Brown: Los adoptaremos.

-Lemmon: No me comprendes, Osgood. (Se quita la peluca). Soy un hombre.

-Brown: Bueno, nadie es perfecto.