Preparen sus carteras, hoy se estrena ‘Torrente 4’ (del inglés ‘To Rente’: sacar renta, beneficios, ingresos extra, acumular pasta, reventar la taquilla). He de confesar que no fui capaz de ver la tercera entrega. Entre que me pilló a pie cambiado y que la gente que me rodeaba me quitó las pocas ganas que pudiera tener de escuchar los chistes grotescos de Santiago Segura, al final se quedó en el tintero -puede que la vea estos días-. Para lo listo que es el de Carabanchel con esto del marketing, me sorprendió el fracaso de la cinta. Sin embargo, seis años después, el genio humilde de aspecto desaliñado nos ha vuelto a engatusar con sus malas artes. Porque sí, tenemos ganas de ver el bizarro mundo de ‘Lethal Crisis’… Aunque sospechemos que nos la va a meter doblada.
Está claro que uno de los ingredientes básicos en la receta del éxito de Torrente es el morbo que despierta ver a los frikis más castizos de esta España nuestra: Belén Esteban, John Cobra, Fernando Esteso, María LaPiedra o David Bisbal. Pero, amigos, voy a hacer una de esas estúpidas apuestas que se suelen hacer de madrugada, con el tercer vaso vacío y la risa floja: Francisco Rivera Pantoja, Kiko Rivera, Paquirrín, será, como poco, nominado a mejor actor revelación en Los Goya del año que viene. Ahí queda eso.
Que no, que va en serio. Puede que mañana, cuando la haya visto, me trague la profecía cual ministro de exteriores estadounidense, pero hoy lo veo claro. El tipo repite el mismo camino que el propio Segura: Rivera es el secundario de una comedia oscura repleta de acción que le coloca en la complicada vereda del cine; es lo que para Santiago fue ‘El día de la bestia’ con la que, por supuesto, ganó el Goya a mejor actor revelación.
¿Se imaginan a Paquirrín dirigiendo una película dentro de unos años? Mejor: ¿Se imagina a Paquirrín ganando un Goya al mejor director novel? Aún mejor: ¿Se imaginan a Paquirrín convertido en el salvador de la taquilla del cine español? Y, qué demonios: ¿Se imaginan a Paquirrín como director de la Academia? Ya lo decía Yoda: “Siempre son dos, un alumno y su maestro”.