Conan el Bárbaro

El Conan de Marcus Nispel (‘El Guía del desfiladero’, ‘La Matanza de Texas’) comete dos errores garrafales que paso, con mucho gusto, a relatar. En primer lugar, el primer minuto: absolutamente lamentable. Patético, vomitivo, insulso, cutre y apocalíptico -Piqueras dixit- arranque sobre un mapa que pretende recordar al opening de la serie ‘Juego de Tronos’ pero que se acerca más a un spot publicitario de Burguer King por sus continuas cortinillas de fuego. Y, no piensen que la presencia del dichoso mapa tiene una intención narrativa. Nanai. Es fruto, única y exclusivamente, de la coletilla que ha acompañado a la película durante toda su promoción: “¡en 3D!” Menuda patraña. Menudo robo. Menuda chorrada el tresdé.

El segundo error es el nombre del protagonista: Conan. Si la película se hubiera llamado, qué sé yo, ‘Las aventuras de Jason Momoa’, ahora mismo les diría algo así: “Pese a no alcanzar el paraíso de las películas de acción, ‘Las aventuras de Jason Momoa’ es un entretenimiento que cumple, con notable, las aspiraciones mínimas establecidas entre filme y espectador. Siguiendo la estela de ‘El príncipe de Persia’, la cinta de Nispel es un derroche de escenarios mágicos, criaturas del averno y espadas poderosas con algún que otro derroche de casquería”.

Sin embargo, el nombre es ‘Conan’, convirtiendo una película para pasar el rato en un insulto a la obra maestra protagonizada por Arnold Schwerzzeneger. Baste con degustar los primeros minutos musicales de la producción de 1982, con Jorge Sanz, y ver cómo, 30 años después, la imaginación ha muerto por completo a manos de un guion manido de profecías tipo ‘control c, control v’. Un asesinato perpetrado por un director mediocre que entiende la acción como el juego constante, incoherente y desordenado de cámaras mal colocadas.

Y es una pena, también, por dos motivos: sí que se nota que había una intención por rescatar al Conan ladrón, pirata y mujeriego de novelas y cómics; pero, sobre todo, por el buen hacer de Jason Momoa, que realmente da el perfil de héroe a las mil maravillas y al que, estamos seguros, volveremos a ver blandir una espada.