La Deuda

Unas vías de tren recorren el centro de Birkenau, el corazón putrefacto de Auschwitz. Una entrada y ninguna salida. Más allá del campo de concentración no hay nada. Nada terrenal. Es imposible no imaginar los vagones llegando y ver a miles de almas condenadas pisar la tierra baldía de Polonia. Los barracones compilan la respiración y las chimeneas queman la esperanza. Pero es la clínica, un lugar destinado a la sanación, el lugar más espeluznante. El rincón donde doctores repugnantes convertían a los judíos en cobayas de sus experimentos más salvajes. “Por la ciencia”, decían. Malditos asesinos. Imaginen ahora que usted es descendiente de alguna de esas víctimas, ¿pediría justicia o clamaría venganza?

Ese es el debate que John Madden (‘Shakespeare in love’) nos propone con su excelente filme, ‘La Deuda’. A través de dos líneas temporales y complementarias descubriremos lo que tres agentes del Mossad israelí vivieron en los 60 para capturar al Doctor Bernhardt, uno de los alemanes acusados de experimentar con humanos durante la Segunda Guerra Mundial, en Birkenau. La duda, que se reparte a lo largo de su metraje como un emocionante thriller de espías, es qué harían con él si lo tuvieran delante: llevarlo ante un juez o apretar el gatillo.

Los tres personajes protagonistas están interpretados, cada uno, por dos actores diferentes (jóvenes y ancianos). Pese a que Tom Wilkinson y Hellen Mirren marcan una sonora diferencia con el resto del plantel, los actores están, en general, muy acertados. La versión joven de Mirren, Jessica Chastain (futura estrella, la veremos en ‘El árbol de la vida’ de Mallick), les recordará inevitablemente a Julia Roberts, y, por seguir con los parecidos, Sam Worthington (sí, el de ‘Avatar’ y ‘Furia de Titanes’) a Chris O´donnell (que despuntó con ‘Batman y Robin’), tanto en su físico como en su prometedora carrera de interpretación -nótese la ironía, por favor-.

Pasadas las horas -días, incluso-, meditando el filme, puede que lleguen a la acertada conclusión de que ‘La Deuda’ podría haber sido algo muy grande y, sin saber por qué, no lo es. En cualquier caso, la cinta de Madden es un ejercicio extraordinario de suspense, acción -a veces contenida- y profundidad narrativa. Les aseguro que, hasta el último minuto, el puño permanecerá cerrado.