La parábola del niño gordo

El 20 de diciembre de 1983 nació Jonah Hill y su madre, como cualquier madre, supo que sería un niño precioso. Años después, sin embargo, sus compañeros de clase se mofarían de él por ser el ‘gordo’ de la clase. Lo que ninguno pudo prever fue que el pequeño Jonah encontrara la energía necesaria para transformar un complejo físico en un extraordinario don para hacer reír. Desde sus primeros pinitos en obras de teatro escolares, Hill demostró un talento innato para interpretar todo tipo de personajes pero su físico, de más de 100 kilos a los 15 años, impedía que nadie le tomara en serio.

Al acabar el instituto, Jonah Hill inició sus estudios de teatro en la Universidad de Nueva York desde donde se abrió camino a través de monólogos tipo Club de la Comedia. Pero todo cambiaría cuando Dustin Hoffman le recomendara para un pequeño papel en la comedia ‘Extrañas Coincidencias’ (David O. Russell, 2004), lo que le abrió las puertas de Hollywood como uno de esos rostros graciosos del que es fácil reírse.

Y, a partir de ahí, comenzó la avalancha: ‘Virgen a los 40’, ‘Como Dios’, ‘Funny People’, ‘Get Him To The Greek’ y, sobre todo, ‘Supersalidos’, le consagraron como una estrella de la clásica y canalla comedia americana.

Pero, una vez más, Jonah Hill tenía dos sorpresas debajo de la manga: ‘Cyrus’ y ‘Moneyball’. La primera es, probablemente, una de las comedias más inteligentes de 2011. Espectacular trabajo interpretativo que se aleja del estilo barriobajero de tacos, sexo explícito y drogas a tutiplén de sus anteriores trabajos. La segunda, sin duda, su mejor papel hasta la fecha, un papel dramático, que le valió la nominación a mejor actor de reparto en los Oscars de este año.

Pese a que este fin de semana llega a nuestras carteleras ‘El Canguro’, otra de esas comedias maluchas, y aún soportamos la levedad de ‘Infiltrados en clase’ (para el que perdió 50 kilos) en la taquilla, la carrera de Jonah Hill ha dado un vuelco sorprendente y su próximo trabajo será, nada más y nada menos, que con Woody Allen.

Seguro que su madre, la señora Hill, estará muy orgullosa de su hijo. Como todas las madres.