En cierto modo me alegro de no haber estado allí, en Guadix, hace 24 años. Hubiera sufrido muchísimo. No descarto, de hecho, que mi enfado hubiera ridiculizado lo del increíble Hulk. Hace exactamente un año (Amanda, nuestra documentalista, que tiene una precisa página en Facebook y un fabuloso twitter @LaHemeroteca donde nos recuerda todas estas maravillosas efemérides) Steven Spielberg se paseaba por las calles accitanas en busca de extras para su nueva película ‘Indiana Jones y la Última Cruzada’.
Buscaba a una veintena de vecinos, altos y rubios, que funcionaran como soldados nazis. También necesitaba a otras 150 personas para relleno por los distintos escenarios de rodaje. Y claro: yo no era alto ni rubio y, lo que es peor, tenía cinco años y seis meses. Así que, como les digo, menos mal que no fui. Lo tenía complicado.
El caso es que si las máquinas del tiempo existieran, el 1 de junio de 1988 sería una de esas fechas que marcaría en mi condesador de fluzo. Me apasionaría ver los entresijos del rodaje, a Spielberg dando indicaciones junto a una estación de tren convertida en mercado árabe, o charlando con Harrison Ford sobre las persecuciones por las carreteras ‘alemanas’. Y, puestos a soñar, me hubiera gustado ser aquel periodista que, desde una ventana indiscreta, comunicó al mundo entero que el nuevo objetivo del Dr. Jones era el Santo Grial. Por lo menos, me queda la alegría de mirar a la izquierda, desde mi ordenador, y verle sentado al fondo de la redacción. El bueno de Juan Enrique.
‘Indiana Jones y la última cruzada’ fue estrenada en Estados Unidos el 24 de mayo de 1989 y se convirtió en un acontecimiento mundial. En España pudo verse a partir del 1 de septiembre del mismo año. Sí, hay cosas que no cambian.