Magnolia

Cada instante significa, digo. Por favor, que cada instante signifique, suplico. El sábado de madrugada echaban ‘Magnolia’ en la televisión. Una de esas películas que se hacen sencillas en su complejidad, con un mensaje de unión, de karma: todo sucede por algo y todos necesitamos a otro. La cinta de Paul Thomas Anderson (‘Pozos de Ambición’) apela al sentido que guarda el universo, caprichoso y presumido, detrás de cada tragedia, de cada llanto, de cada risa, de cada manto de lluvia que nubla una mañana de sol.

Pero es que es tan jodido, tan incomprensible, aceptar ciertas desgracias, ciertas injusticias. Primero fue un mensaje, escrito con ese humor talentoso de siempre, en el que un amigo nos contaba cómo se enfrentaba a un nuevo cáncer. En su agenda solo aparecen citas con médicos, pruebas, operaciones y horas de espera. Y el muy capullo nos hace reír cuando deberíamos llorar. A última hora de la noche, ese mismo día, una llamada cerraba la conspiración: “Ha muerto Enrique Seijas”.

Enrique fue uno de mis primeros maestros en la redacción de IDEAL, cuando yo era un imberbe becario que soñaba con firmar titulares a cinco columnas. Aquel verano, sin embargo, me tocó trabajar en la sección de ‘Edición y Cierre’, donde preparábamos las páginas de Nacional, Internacional y Andalucía. El bueno de Seijas era uno de esos editores que, además, corregía cada noche todas y cada una de las páginas del periódico. Recuerdo cómo cogía un rotulador rojo de punta gruesa, alzaba la vista por encima de las gafas y decía: “Todas las páginas son importantes”. Yo supuse que habría categorías, que no iba a ser lo mismo la portada que la cartelera del cine. Me respondió: “¿Es que no sabes cuánta gente mira cada día las películas?”

Aquí me tienen, años más tarde, en esa página que Enrique leía con lupa. Maldita sea, qué difícil es aceptar la vida. Tan solo espero que, como en ‘Magnolia’, cada puñetero instante signifique algo. Que cada mensaje y cada llamada sea el origen de algo bello que no podemos imaginar. Que cada página cuente y que no haya cáncer insuperable. Por favor, que cada instante signifique algo.