Un niño sube a una higuera y ve entre las ramas una sala repleta de pinturas. Ya anciano, recuerda el olor tan característico de la lluvia mezclado con el óleo mientras relata a su nieto el color de aquella sala repleta de pinceladas. El nieto estudia Bellas Artes y su primera obra expuesta se titulará ‘la vida a través del cuadro’, que un coleccionista inglés expondrá en su mansión de Nottingham. Ahora mismo llueve allí, justo en el momento en el que el escritor decide empezar su siguiente novela: “El niño mira las pinturas mientras la lluvia le parece ajena…” La nave espacial cruza el océano de estrellas y un pasajero observa la Tierra y recuerda cuando, de pequeño, leyó la bucólica historia del niño que descubrió el arte a través de una ventana.
El párrafo anterior no tiene nada que ver con ‘El atlas de las nubes’. Y, sin embargo, es igual. David Mitchel (1969), autor de ‘Mil otoños’ y ‘El bosque del cisne negro’, escribió su novela con una idea en la cabeza: “todo está conectado”. Toda decisión, experiencia, sentimiento e impresión funciona conforme a un futuro y a un pasado. Así, el libro de Mitchel se compone de seis historias a priori inconexas que conforman una única aventura.
‘El atlas de las nubes’ tiene un arranque prometedor, una estructura original y una enorme capacidad de sugestión. Sin embargo, conforme pasan las páginas, hacia el último tercio del libro, la mitología que intenta recrear se desmorona, difuminando la magia y confundiendo al lector. Es entretenido, pero mucho menos de lo que cabría esperar de un concepto tan atractivo: la trascendencia.
El próximo 22 de febrero se estrena en España la versión cinematográfica de ‘El atlas de las nubes’, dirigida por Tom Tywker y los hermanos Watchowsky, con Tom Hanks y Halle Berry en los papeles protagonistas. Cinta que llega con un importante varapalo de la crítica y del público estadounidense y que, pese a todo, tengo ganas de ver (su trailer me sigue pareciendo una virguería preciosista). ¿Mi recomendación? Lean el libro antes de que sea tarde. No creo que estemos ante una versión tan lograda como ‘La vida de Pi’, pero, de eso, ya hablaremos más adelante.