Un Black Mirror para la era Twitter. Así titulan los medios británicos tras el estreno del primer capítulo de la segunda temporada de la -inmensa- serie de Charlie Brooker (que, por cierto, antes se dedicaba a escribir críticas de cine y televisión. Ahí lo dejo), el pasado 11 de febrero. Si vieron los tres episodios originales, ya saben que no necesitan más: hay que verlo.
Imagine que toda su persona pudiera reconstruirse por completo a partir de sus tuits, textos, correos electrónicos, blogs, muros de Facebook, imágenes en Instagram y otras redes sociales. ‘Be Right Back’ es el primer capítulo de la segunda temporada de Black Mirror (Mirror.co.uk)
El formato de Black Mirror ha resultado un éxito por una sencilla razón: prima la imaginación, la palabra. Estoy plenamente convencido de que aún resuenan las conversaciones por aquél insondable capítulo original con el Primer Ministro británico. A mí me lo recomendó mi cuate Jorge con pocas palabras: “No te digo más. Tienes que verlo”.
La serie de Charlie Brooker es uno de los mayores éxitos de la televisión moderna por su formato, su contenido y su creencia ciega en la capacidad crítica e inteligencia del espectador. ‘Black Mirror’ no nos trata como ilusos, no intenta protegernos de nada ni proclamar mensajes prefabricados. Es directa, incómoda y brillante.
Por cierto, el talento audiovisual del Reino Unido ha vuelto a dar el salto a Hollywood (‘The Office’, ‘It Crowd’, ‘Sherlock’, ‘Misfits’) y Robert Downey Jr. (Iron Man) ha anunciado la compra de los derechos del tercer episodio de la primera temporada, ‘Tu historia completa’, para realizar una película que podría protagonizar él mismo. El guión de la cinta será de Jesse Armstrong, escritor del episodio original, así que no hay necesidad de temblar. Por ahora.