Dónde está Jessica Hyde?», pregunta el tipo de mirada ausente. «¿Dónde está Jessica Hyde?», repite subrayando con el aliento cortado cada palabra. «¿Dónde-está-Jessica-Hyde?» Pese a los signos de interrogación, espectador y víctimas descubren que no hay respuesta y que el tenebroso bonachón de la bolsa amarilla tampoco la espera. La pregunta es una amenaza para todo el que la escucha. Y así, con los ojos idos y el rostro del infante que modela plastilina, el silencio traerá un silencio mayor teñido de rojo. Brutal, visual, arrebatador y plástico. Ya no hay vuelta atrás.
Así arranca ‘Utopía’, brillante serie británica que confirma la teoría: Estados Unidos reinventa mientras el Reino Unido crea. Los seis capítulos de su primera temporada (los emite Canal Plus) son una maravilla narrativa que no emplea ni un solo fotograma en dar explicaciones innecesarias: Los protagonistas son un coro de carisma, nacidos de un guión escrito al milímetro; la cuidada estética, de colores llamativos y planos abiertos, de encuadres imposibles y luces del mejor cine; el aire de novela gráfica, de perdedores sin poder, de hiperrealidad; el tono adulto, siempre. Y la duda que trasiega entre bambalinas, ¿qué es hacer el bien?
‘Utopía’ reúne a un grupo de desconocidos a través de una página web. Son amantes de un extraño cómic, ‘Los experimentos de Utopía’, que, según dicen, ha predicho los peores desastres del siglo pasado. Sin embargo, su interés por la novela gráfica les convertirá en peones de un juego de consecuencias inimaginables.
El suspense preponderante y la constante sensación de realidad convierten a ‘Utopía’ en un producto redondo que, sin ser lo mismo, tiene aires de ‘Breaking Bad’ por su juego moral entre personajes y espectadores. No hay capítulo de relleno, no hay preguntas de sobra, no hay tramas secundarias. No es para todos los públicos (atentos a la escena de la cuchara…). ‘Utopía’ les espera.
Por cierto. Las camisetas, chapas y demás merchandising está al caer: «Where is Jessica Hyde?»