Ahora que la música suena a todas horas, cobra sentido la educación. Parece que nos esforzamos más en catalogar la melodía en función del aparato que la reproduce que en disfrutar la experiencia. La música es una alquimia que se transmite de artistas a oyentes. La música no entiende de móviles, tabletas, ordenadores, Mp3, vinilos ni cedés. La música viaja y siempre llega a su destino. El problema es que con tanta abundancia de medios, el mensaje -maldito McLuhan- necesita un oído capaz de discernir, de aprender, de compartir y de pagar.
Dentro de un par de siglos, cuando un científico con apellido consonante invente la máquina del tiempo, se rodará un documental sobre la historia de la música. Y los artistas, desde el primer percusionista de hueso hasta el último rockero vivo de la era postrashdigital, revelarán cómo empezaron a sonar. Estoy seguro de que encontraremos una componente única y repetitiva en todos ellos, una llamada a filas por una vocación que supera a la misma tecnología que les permitía componer.
A mitad del metraje, el director del documental se parará sobre una pequeña aldea global, Granada, y narrará, con una profunda voz en off, los años en que la ciudad fue capital mundial del Pop y del Rock. “Todo era posible allí”, dirá. “Nació para la música, para los conciertos, para las noches de un escenario a otro, de una voz a otra, de un sueño a otro más grande”.
Y entonces, mientras la música sube para apelar a la emoción más honesta, el espectador disfrutará de unas imágenes históricas grabadas en color, nada de esas molestas policromías cuadrimensionales que usarán dentro de doscientos años, de la noche del 15 de marzo de 2014. La noche que tuvo lugar ‘En Granada es posible‘, el documental dirigido por Cristina y María José Martín (y su magnífico equipo, muy grande ese Bienvenido Valdivia que sostiene la cámara) que reunió en un concierto único a los mejores artistas de pop y rock de España. “¿Se imaginan haber podido estar allí?”, terminará preguntando la voz en off.
El 15 de marzo tenemos una cita con la historia de la música. La de ayer, la de hoy y la de siempre. La misma música que no deja de sonar y que requiere de un oído dispuesto a aprender, a admirar y a bailar. Oídos que quieran entender por qué, con la música, es posible.