El cierre de SeriesYonkis se tomó como un éxito contra la piratería y un paso definitivo para el cambio de mentalidad en nuestro país. Porque, esto, como en la mayoría de los casos, es un tema de educación. No se trata de prohibir acciones, cerrar webs y estrechar el cerco a todo aquel que se le ocurra compartir un archivo en la Red. No, ni hablar. Se trata de que entendamos, todos, sin excepción, que detrás de las obras –películas, series, libros, videojuegos– que tanto nos gustan hay profesionales que necesitan comer. Así de simple: vivir. Como usted, como yo, como todos los demás. ¿Que los precios podrían ser más económicos? Correcto. ¿Que es mucho más cómodo mirar para otro lado y pulsar en el botón izquierdo del ratón? Correcto otra vez. Pero no es el camino.
Lo habrán escuchado miles de veces, pero nunca está de más: ¿se imagina trabajar diez horas diarias y que, a final de mes, el fruto de su esfuerzo se lo llevara otro? Sí, su sueldo. Y que cuando se quejara en público, la gente le dijera: «joder, no exageres, tengo derecho porque está en Internet». Ya está. Inténtenlo, póngase en ese lugar. De verdad.
Aunque no sabemos si SeriesYonkis volverá o no, estoy seguro de que siempre habrá un clon, una página dispuesta a tomar el relevo –desde aquí o desde el Caribe– y a ofrecer, contra leyes y bloqueos, cualquier contenido de entretenimiento gratis. Solo la educación, la consciencia del usuario, puede frenar la sangría. Y para aprobar ese examen, necesitamos ejemplos a seguir:
Uno. La distribución aleatoria de contenidos no ayuda. No tiene ningún sentido que ‘Dallas Buyers Club’, cacareada en los Oscars y alabada por la crítica, se estrene el próximo 14 de febrero en España, cinco meses más tarde que en Estados Unidos. Y, perdonen la franqueza, varios meses después de que esté disponible, en calidad DVD, en cientos de páginas webs de descargas ilegales. Eso hace daño. Y mucho.
Dos. Hay que dar el impulso definitivo a las plataformas de vídeo online (filmin, yomvi, wuaki…), una opción más que razonable que triunfa en todo el mundo. Supongan que pagan 20 euros mensuales por este servicio. Repartan esos 20 euros entre todas las series y películas que disfrutan actualmente de manera ilegal. ¿A que no es tan caro? A ellas, a las platafomas, corresponde actualizar sus contenidos con todo lujo de actualidad.