‘La Lego Película‘ es el mejor y más largo anuncio que nunca nadie hizo de los juguetes de Lego. Hasta que llega a la mitad del metraje y, además de ser el mejor y más largo anuncio de la marca, se convierte en una película inesperadamente bella. Bella, joder. Una cinta que nace del más puro mercantilismo, de la conversión de consumidores en espectadores y viceversa, de una era que sufre una insultante falta de imaginación, que, de forma extraordinaria, torna en entretenida, inteligente y con una lectura que supera a la propia Lego. Una lectura brillante.
Lo que sucede, ese sorprendente cambio de registro que enciende la chispa del tercer acto, convierte a ‘La Lego Película’ en una agradabilísima sorpresa. Es cierto que el film de Phil Lord y Christopher Miller (‘Lluvia de albóndigas’, ‘Infiltrados en clase’) no abandona en ningún momento su clara vocación por desmontarnos una y otra vez, como si fuéramos fichas de un juego de construcción, con escenas de acción resueltas de manera inesperada, humor con clase y grandes emociones técnicas. Pero son, sin embargo, ingredientes más o menos convencionales. Sencillos, corrientes y fácilmente reconocibles. Hasta que descubres que, la magia, el truco, va por otro sitio…
No quiero que piensen que este es el mejor estreno de animación de la temporada, tampoco es eso. Sí me gustaría que, si no lo han hecho ya, la añadan a su particular lista de películas por ver. Y más si tienen la oportunidad de disfrutarla en familia. Hay juguetes protagonistas –que en cierta manera recuerdan a los de ‘Toy Story’– para todos los gustos: desde la clásica inocencia de Emmet, el entrañable constructor, a la fina ironía construida alrededor de Batman, pasando por la ilusión del astronauta, la habilidad de Vitruvius o la valiente Lucy… Personajes que habitan en la mente de niños de cualquier edad.
Supongo que el éxito en taquilla de ‘La Lego película’ traerá un buen puñado de secuelas, hasta que se agote la gallina. El reto de Lord y Miller es muy alto. Tanto que, si estuviera en mi mano, les prohibiría intentarlo. Mientras, a ver si consiguen quitarse la melodía de la canción principal:«¡Todo es fabuloso!»