El francotirador (I): la religión

Tras meses evitando leer artículos que explicaban por qué ‘El francotirador’ es, en realidad, un panfleto militar a la vieja usanza, me encuentro con una película en la que, creo, Clint Eastwood consigue justo lo contrario. Los diez minutos del prólogo, brutales, sirven para justificar el título del film. Que no es ‘El francotirador’. Es ‘American Sniper’, el francotirador americano. La palabra faltante, americano, es fundamental para entender el relato del soldado Chris Kyle (Bradley Cooper).

Americano: amante de las armas, cazador innato, creyente en Dios y protector del mundo de la tiranía y la opresión del mal. Sí, americano, esa es la más fuerte de las religiones del país más poderoso del planeta: el ser americano. Un buen americano lucha por su país y defiende su religión hasta la última gota de sangre. Sí, americanos, cowboys modernos que se refieren a Faluya como el nuevo Oeste. Americanos, esos que dejan que Dios dispare por ellos el fusil y dibujan a los enemigos como villanos de cómic.

Diez minutos. Desmenucen los diez primeros minutos de ‘El francotirador’. Analicen lo que le pasa a Chris Kyle en tan poco tiempo y las razones que le llevan a desenfundar la pistola. Sí, Chris Kyle es América, el francotirador es la cruda imagen de una religión cegada de sí misma. Un tipo que quiere hacer el bien pero que, en realidad, no sabe nada. Está cegado por lo que han dicho que debe hacer un americano. Una víctima. Un feligrés.

Por otro lado, yo no soy americano y no comulgo con su religión. No siento las barras y las estrellas y, tal vez por eso, vea una fuerte crítica y un profundo lamento en ‘American Sniper’. Quizás por eso, porque ningún americano practicante ve lo hiriente de esos primeros diez minutos (tal vez el mismo Eastwood no lo vea), se haya considerado un panfleto militar.

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