X-Men: Días del futuro pasado

La lectura de un cómic viene acompañada de una liturgia mutante, si permiten la licencia. Es como si los diálogos, la acción y la intriga se filtraran a través de pupilas y yemas. Cuerpo y alma anulados por un ritmo constante de viñetas y bocadillos que focalizan la atención, como si un rayo iluminara una porción determinada de una noche en calma.

X-Men: Días del futuro pasado’ es, sin duda, un ejercicio de amor al cómic y una declaración de intenciones para todos los que pasaron alguna página. Bryan Singer (‘Jack el caza gigantes’) utiliza una de las historias más icónicas del universo Marvel para transformar la celulosa en celuloide, respetando los cánones que guían al más fiel seguidor. Quiero decir que, por encima de todas las críticas posibles, ‘Días del futuro pasado’ es una película que gustará a los que se saben el nombre de su vendedor de tebeos.

Saltándose completamente el eje -guiño, guiño- de toda la saga cinematográfica, el film nos sitúa en un futuro apocalíptico en el que los mutantes se convierten en víctimas de un exterminio. Xavier, Magneto, Tormenta, Lobezno, Gata Sombra y un puñado más de mutantes, sobreviven a los Centinelas, máquinas diseñadas para eliminar de la faz de la tierra “a los que no son como nosotros”. Pero, ¿qué pasaría si un mutante pudiera volver al pasado, al día exacto en el que una pequeña chispa inició la debacle mutante, y cambiar el destino de toda la humanidad?

‘X-Men: Días del futuro pasado’ combina a todos los actores de la saga, desde Ian McKellen y Patrick Stewart, hasta James McAvoy y Michael Fassbender, pasando por ese condensador de fluzo que es Hugh -Logan- Jackman. Y de entre las muchas y muy variadas escenas de puro entretenimiento que propone Singer, especial mención para las batallas futuristas con Blink y al enorme rescate de Mercurio: qué secuencia más inolvidable.

Las dudas. ¿Es divertida? Sí. ¿Es épica? Sí. ¿Su escena post-créditos deja con ganas de más? Ou Yeah. ¿Es mejor que ‘Los Vengadores’? No.

x-men-poster-salto

 

X-Men: Mutados

En 1963, Estados Unidos vivía de pleno una guerra interna: el racismo. Mientras que la inmigración crecía, los buzones de algunos barrios de las afueras cambiaban sus apellidos gringos por otros con tilde y los anuarios de los institutos combinaban el blanco y el negro. Las mentes más retrógradas veían una invasión en la mezcla de colores, nacionalidades y acentos. Los muros se llenaron de pintadas violentas: “muerte al negrata”, “volved a casa”, etcétera. La tensión, fruto de la ignorancia, trajo asesinatos, violaciones, robos y un sinfín de sinsentidos que ahogaron al país yanki en una revuelta que clamaba igualdad.

Por aquel entonces nació ‘La Patrulla X’, el primer grupo de héroes que no debía sus poderes a una compleja historia repleta de kriptonitas, meteoritos o arañas radioactivas. Eran humanos, personas normales, como usted y como yo, que nacieron con una habilidad especial fruto de la evolución. El cómic nos presentaba dos facetas: la maquiavélica vena de Magneto, que ansiaba la postración de los no mutantes como “seres inferiores”, y la bondadosa del profesor Xavier, que soñaba con la integración absoluta entre mutantes y no mutantes. La más pura igualdad.

Marvel publicó los X-Men como una herramienta para transmitir entre los adolescentes una idea ambiciosa y necesaria: lo distinto no es necesariamente malo. Poco a poco, Cíclope, Lobezno, Tormenta, Bestia, Pícara, Gambito, Ángel y tantos otros se convirtieron en héroes y no en monstruos. Héroes con los que merecía la pena identificarse, con ideales en los que merecía la pena creer.

Después de una tercera entrega mediocre y un ‘Lobezo’ innecesario, ‘X-Men: Primera Generación’ fue un soplo de aire fresco. No era un ‘remake’, no era un ‘reboot’ ni una entrega más de una franquicia. Era una delicia. Y lo sigue siendo. Charles Xavier (James McAvoy) y Erik Lehnsherr (Michael Fassbender) tenían un destino: forjar una amistad y liderar los dos bandos opuestos de una gran guerra. Ahora, tres años después, toca viajar en el tiempo y evitar el exterminio: ‘Días del futuro pasado’, allá vamos.

xmen-comic

 

Maléfica

El auténtico hechizo perfilado por una bruja perversa, maliciosa y llena de ira es esta sarta de películas clones inspiradas en cuentos clásicos que, con la excusa de mostrar ‘la verdadera historia de’, se están cargando de un plumazo la mitología de la inocencia. Y lo malo no es que hagan versiones, lo peor es que nos cuelan lo que les da la gana. Ahora resulta que ‘Maléfica‘ es una hada entrañable –que tiene la mala fortuna de portar un nombre de dominatrix retorcida– que sufre una ira terrible tras un desengaño amoroso… ¡Vamos hombre!

La fórmula no falla en ningún elemento: hay batallas a campo abierto, espadas, bichos fantásticos, escenarios bucólicos, una música de fantasía, un galán que no pinta nada y un guión sin pies ni cabeza. Es la misma fórmula que sufrimos con ‘Blancanieves: la leyenda del cazador’ o ‘Alicia’. Un sinsentido innecesario que se sostiene gracias a un derroche técnico admirable. No en vano, esta es la primera película como director de Robert Stromberg, que, hasta la fecha, se había encargado de los efectos visuales de decenas de metrajes (‘El laberinto del Fauno’, ‘Piratas del Caribe’, ‘La vida de Pi’, ‘Master and Commander’…).

La fotografía de Stromberg, en gran parte gracias a la percha que gasta Angelina Jolie, es espectacular. Gran juego de contraluces, de sombras, de fotogramas que parecen pintados con la delicadeza de los clásicos de Disney.

Pero que no les engañe el artificio. ‘Maléfica’ es un despropósito previsible que se empeña en dulcificar el mito y lavar la imagen de la bruja mala de ‘La bella durmiente’. Ojo, que creo que aquí hay un debate profundo muy interesante: ¿De dónde viene esta necesidad de convertir a todos los malos en buenos? ¿Nadie ha pensado en la función vital de un malo de libro? ¿Qué estúpida confusión dibujamos en los relatos infantiles si nos esforzamos tanto en suavizar las maldades del mundo? Este mensaje también es importante: niños, hay gente mala en el mundo (y algunos se dedican a cargarse los clásicos).

malefica-salto-eje

Al filo del mañana

Lee como si fuera la primera vez y, sin embargo, usted y yo ya nos conocemos. Deje que se lo demuestre, esto es lo que va a pasar: tras abrir esta página mis palabras se colarán en su cabeza, como un rayo de sol al amanecer. Tanteará los párrafos con la ingenuidad del niño que inicia su primer día de clase, buscando la trampa, la doble lectura, el truco. Pero no hallará nada. Entonces decidirá volver a leer la primera frase y, por fin, escuchará atentamente lo que nos espera:

La taquillera le sonreirá en cuanto pague la entrada de ‘Al filo del mañana‘, el último trabajo de Doug Liman (‘El caso Bourne’) protagonizado por Tom Cruise (‘Oblivion’) y Emily Blunt (‘Looper’). Se sentará en una butaca que le resultará más cómoda de lo habitual. El olor a palomitas se disipará en un momento, en cuanto terminen los tráilers y descubra que una guerra se avecina. Puede que le parezca que todo sucede en un abrir y cerrar de ojos, pero pasará más de dos horas sentado en esa cómoda butaca, vibrando con una dosis pura de la mejor ciencia ficción.

Una película que abruma al espectador tanto como a su protagonista para, llegado el momento exacto, el instante atemporal, dejarle libre y que sienta el miedo. El miedo que nos hace temer la pérdida, nos vuelve inseguros, destroza los pilares y abofetea lo establecido. El mismo miedo que invita a arriesgar para ganar, a abandonar la rutina y la apariencia. El miedo sin el que no podríamos hallar el valor.

¿Cuántas veces deseó una nueva oportunidad? ¿Cuántas veces recreó el ridículo que hizo pidiendo una cita de esa manera tan pobre, cuántas buscó el ‘control z’ para aprovechar el último tren, cuántos errores le hicieron aprender a golpes? Y cuántas veces deseamos ser un Bill Murray que despierta en la misma cama, el héroe de una guerra en ciernes, la pastilla azul de un Morfeo impaciente.

Entonces abrirá los ojos, volverá a este texto y entenderá de lo que estamos hablando. Descubrirá que tenía razón, que ‘Al filo del mañana’ es una gozada que no debería terminar nunca y que está dispuesto a olvidar todo lo que sabía sobre la película. Que quiere leer, otra vez, como si usted y yo no nos conociéramos. Pero no será la primera vez. Ni la última.

filo-manana-fondo

 

 

 

 

 

La figura del rey

El Hermano Paulino empezó la clase de Historia preguntando, a mano alzada, quién creía que la figura del rey era importante para España. Teníamos 13 o 14 años, no más. Y algunos -apuesto por la mayoría- no teníamos formada ninguna idea sobre el asunto. Ni sobre nada que oliera a política. Otros, los menos, defendían a capa y espada argumentos rancios que habían escuchado en sus casas. Que si el rey era una figura vital de la Transición, que si para qué queríamos un rey si había elecciones… En fin, ya saben. Lo mismo que llevamos escuchando años y años.

Yo levanté la mano. No tenía duda alguna. ¡Por supuesto que hacía falta la figura del rey! Fue casi como una respuesta innata, como si pulsara el botón de uno de esos concursos de televisión en los que el más rápido se lleva el premio. En el microsegundo que tardé en alzar la palma, pensé en Los Mosqueteros defendiendo al Rey, en Robin Hood luchando por la justicia del León, en Arturo glorificando la mesa redonda…

Tras un debate sobre política -izquierdas, derechas, repúblicas, monarquías, democracia…- que no entendí, el Hermano Paulino me preguntó por qué había levantado la mano. Respondí algo así: “Porque hace falta una figura que inspire a los demás, que nos una”. Él, con toda la fina ironía que caracteriza a los Maristas, me cuestionó: “¿Y por qué no podemos elegir a esa persona en unas urnas? ¿Qué le hace a él mejor rey que a los demás?”

Me quedé en silencio. No encontré respuesta. Años más tarde, en la Facultad, pidieron un trabajo sobre la importancia de la monarquía y sobre la relevancia o no del papel del Rey en nuestra sociedad. Empecé contando la anécdota del hermano Paulino y terminé reflexionando sobre lo que realmente sabía desde pequeño, gracias a la historias: necesitamos líderes que inspiren grandes hazañas. Líderes en las empresas, en las administraciones, en las organizaciones, en las asociaciones de vecinos, en las películas… Líderes que merezcan su trono.

© Corporación de Medios de Andalucía, S.A. Responsable Legal: Corporación de Medios de Andalucía S.A.. C.I.F.: A78865458. Dirección: C/ Huelva 2, Polígono de ASEGRA 18210 Peligros (Granada). Email de Contacto: idealdigital@ideal.es . Tlf: 958 809 809. Datos Registrales: Registro Mercantil de Granada, folio 117, tomo 304 general, libro 204, sección 3 sociedades, inscripción 4 | Funciona gracias a WordPress