X-Men: Mutados

En 1963, Estados Unidos vivía de pleno una guerra interna: el racismo. Mientras que la inmigración crecía, los buzones de algunos barrios de las afueras cambiaban sus apellidos gringos por otros con tilde y los anuarios de los institutos combinaban el blanco y el negro. Las mentes más retrógradas veían una invasión en la mezcla de colores, nacionalidades y acentos. Los muros se llenaron de pintadas violentas: “muerte al negrata”, “volved a casa”, etcétera. La tensión, fruto de la ignorancia, trajo asesinatos, violaciones, robos y un sinfín de sinsentidos que ahogaron al país yanki en una revuelta que clamaba igualdad.

Por aquel entonces nació ‘La Patrulla X’, el primer grupo de héroes que no debía sus poderes a una compleja historia repleta de kriptonitas, meteoritos o arañas radioactivas. Eran humanos, personas normales, como usted y como yo, que nacieron con una habilidad especial fruto de la evolución. El cómic nos presentaba dos facetas: la maquiavélica vena de Magneto, que ansiaba la postración de los no mutantes como “seres inferiores”, y la bondadosa del profesor Xavier, que soñaba con la integración absoluta entre mutantes y no mutantes. La más pura igualdad.

Marvel publicó los X-Men como una herramienta para transmitir entre los adolescentes una idea ambiciosa y necesaria: lo distinto no es necesariamente malo. Poco a poco, Cíclope, Lobezno, Tormenta, Bestia, Pícara, Gambito, Ángel y tantos otros se convirtieron en héroes y no en monstruos. Héroes con los que merecía la pena identificarse, con ideales en los que merecía la pena creer.

Después de una tercera entrega mediocre y un ‘Lobezo’ innecesario, ‘X-Men: Primera Generación’ fue un soplo de aire fresco. No era un ‘remake’, no era un ‘reboot’ ni una entrega más de una franquicia. Era una delicia. Y lo sigue siendo. Charles Xavier (James McAvoy) y Erik Lehnsherr (Michael Fassbender) tenían un destino: forjar una amistad y liderar los dos bandos opuestos de una gran guerra. Ahora, tres años después, toca viajar en el tiempo y evitar el exterminio: ‘Días del futuro pasado’, allá vamos.

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