Permitan que no me ande por las ramas: somos unos maleducados. Era de madrugada y su nombre ya era tendencia en Twitter. Su nombre aparecía en infinidad de muros de Facebook. Su nombre rulaba de un Whatsapp a otro, indiscriminadamente. Y encima nosotros, los medios, nos hacemos eco de su nombre. Periódicos, televisiones, radios… Todo el mundo aprovecha la ola y destroza por completo el capítulo a todos aquellos que aún no lo hemos visto. ¿Por qué?
La crueldad y el catetismo que estamos demostrando con ‘Juego de Tronos’ es para analizarse con lupa. Una cosa es llegar a la oficina y preguntar al aire: «¿Habéis visto ya el capítulo de esta semana? ¡Tremendo!» Y otra, muy distinta, es desmenuzar a los cuatro vientos qué pasa, cómo pasa y con quién pasa. Se nos tenía que caer la cara de la vergüenza.
Creo que es un asunto de madurez social. Así es la lógica que impera en la calle: «Como ‘Juego de Tronos’ se ha puesto de moda, si no lo has visto es tu problema y yo, como soy un ser libre y dispongo de libertad para decir y hacer lo que quiera, pues cojo y tuiteo quién ha muerto o se ha librado por los pelos. Y ya está».
Imaginen, por un momento, que todos los que nos leímos los libros nos dedicáramos a destrozar los capítulos (aunque cada vez se parezcan menos), por norma, cada semana. Imaginen que todos los que leemos y vemos cosas sin que –aún– estén de moda, gritáramos a bombo y platillo qué es lo que va a pasar a continuación.
Qué peligroso creer que todo el mundo ve lo mismo. No, amigos que destrozan las series y películas porque ya las han visto y se creen poseedores de un derecho divino a joder a los demás: no me importa que destrocéis lo que pasa en vuestro programas favoritos (ya saben, ‘Gran Hermano’ o ‘Mujeres Hombres y Viceversa’). Pero, por favor, pensad un poquito antes de abrir la boca.