Justin y la espada del valor

Si fuera padre estaría deseando llevar a mi hijo a ver ‘Justin y la espada del valor’. Digo más: desearía ser padre para poder llevar a mi hijo al cine. Probablemente tenga algo que ver mi más que confesada capacidad para disfrutar de los dibujos animados y el hecho de que considero ‘Hora de aventuras’ uno de los hitos culturales -y más complejos- del nuevo siglo. Pero, en cualquier caso, es un deseo sincero. Y es un deseo del que me gustaría hacerles partícipes. La hazaña de Justin convertirá a sus zagales en intrépidos caballeros. Eso es impagable.

Imaginen un reino de espadas, princesas, dragones, caballeros y… abogados. Sí, señor. Letrados que ponen normas para todo y que convierten las aventuras en un inagotable protocolo de papeleo, impuestos y colas frente a una ventanilla. Justin sueña con ser un héroe, como su abuelo, pero su padre tiene otros planes para él: estudiar Derecho. Guiado por el consejo de su abuela, Justin viajará en busca de la torre de los caballeros del valor para cumplir su vocación. Un camino repleto de obstáculos que vencerá gracias a la ayuda de Talia (Inma Cuesta), una camarera sin miedo al cambio, y Melquiades, un dudoso mago con aires de Carlos Jesús, shú shú.

El enorme elenco de secundarios liderados por Sir Antoine (Antonio Banderas), encadenan una serie de fantásticos guiños a los 80 y 90. Desde los duelos junto al mar de ‘La Princesa Prometida’, el entrenamiento de ‘Karate Kid’, la destreza de ‘El Primer Caballero’ y la leyenda de ‘La Guerra de las Galaxias’, hasta las poses de las Fuerzas Especiales de Freezer en Bola de Dragón. Una película que crece conforme avanza el metraje, de factura internacional, pero que se siente muy nuestra. Con un talento visual que confirma la tremenda evolución de Kandor, el estudio granadino que sigue dando pasos de gigante con cada trabajo (’El Lince Perdido’, 2008, y ‘La dama y la muerte’, 2009).

Ahora que cumplir una vocación es un privilegio a veces inalcanzable, es tremendamente satisfactorio ir al cine a disfrutar de 90 minutos de entretenimiento hecho en España. Kandor sigue la estela de Pixar y Dreamworks. Aún no los hemos alcanzado. Pero los que tienen que sentirse inquietos son ellos, que pierden distancia.

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