Al límite

Mel Gibson es viejo. Esa fue mi primera y más sincera reflexión al empezar ‘Al límite’ (traducción exacta al castellano de su título original, ‘Edge of Darkness’). Después de tantos años sin verle protagonizar una película, sus arrugas y su expresión manida por el tiempo son inevitables. Es fácil imaginar una supuesta Arma Letal 5 en la que sus protagonistas recuerdan más a Walter Matthau y Jack Lemon que a los propios Riggs y Murtaugh.

Los cinco primeros minutos de la película me parecieron estupendos: Mientras que unos cadáveres se apilan en una fantástica fotografía nocturna, conocemos a Thomas Craven (Gibson), un policía que va a recoger a su hija al aeropuerto. Se saludan cariñosamente. Los gestos de añoranza son obvios, los propios de un hombre que no tiene nada más en el mundo. Se montan en el coche y ella se marea, vomita un poco. Al llegar a casa está un tanto pálida, enferma. Deciden ir al hospital. “Tengo algo que decirte”, le comenta a su padre. Abren la puerta de la calle y al grito de “¡Craven!” un hombre enmascarado dispara su escopeta. Huye. La hija muere en brazos de su padre. La policía va a su casa y le aconseja que no salga, que hay gente peligrosa y armada que quiere matarle. Craven, poderoso, responde: “¿Y qué crees que soy yo?”

‘Al límite’ es el remake de una serie de televisión estadounidense en la que también participó Martin Campbell (‘Casino Royale’, ‘La Leyenda del Zorro’ y llevará al cine al superhéroe ‘Green Lantern’), director que consigue crear una atmósfera de hostilidad constante que ayuda mucho a la película. Sin embargo, el guión, al intentar condesar toda la información de la serie original, lanza ideas inconexas para el primerizo que se hará preguntas que no tendrán respuesta.

Al final, da rabia la mezcla agridulce de personajes carismáticos, frases excelentes, diálogos ingeniosos, momentos intensos (recuerden el atropello, brutal) y secundarios intrigantes (Ray Winstone, muy bien) con guiños demasiado convencionales, elementos narrativos adulterados, finales predecibles y muertes que saben a dejavú. Una lástima. ‘Al límite’ podría haber sido una gran película pero se queda en una excusa entretenida para ver a Mel Gibson enfadado. Algo nada desdeñable, por otro lado, que la coloca como la mejor opción para cine y palomitas de la cartelera.