Ayer volví a la librería donde le conocí. Voy a menudo para bichear entre sus estanterías y, de vez en cuando, llevarme una nueva historia a casa. Allí he descubierto grandes personajes: el inmortal Puño de Hierro, el habilidoso Usagi Yojimbo, el sagaz Corto Maltés, la socarronería de El Escorpión… Pero solo he podido estrecharle la mano a uno de ellos: George R. R. Martin, el autor de ‘Juego de Tronos’. Porque Martin, pese a su evidente relación con el mundo real, es, ante todo, un personaje de libro: es pequeño pero grande, orondo; sus grandes y rechonchos dedos se mueven con agilidad cuando empuña la pluma, la sonrisa, tan tierna como indagadora, se convierte en el centro de atención de un rostro blanco y barbudo. Sentado en el sillón parece que se haya olvidado el casco y el hacha en algún sitio: George R. R. Martin es un enano de Tolkien. O quizás un mago.
Fue el 25 de julio de 2008. Por aquel entonces, ‘Juego de Tronos’ era una saga literaria compartida en exclusiva por los feroces lectores de literatura fantástica y algún que otro despistado más. El boca a boca transmitido en las propias librerías, de unos a otros, había convertido a ‘Canción de Hielo y Fuego’ (la primera novela) en un mito exclusivo, un club de privilegiados en el que solo se exigía una condición para entrar: leer.
Yo mismo, que llegué a Westeros gracias a la recomendación de Damián y Rubén -dos de esos lectores feroces-, insistí a amigos y familiares a darle una oportunidad a la novela: “no os hacéis una idea de lo que os va a gustar”, les decía. Muy pocos me hicieron caso (mi madre, entre ellos, que ahora debe ser la mayor experta en emblemas, títulos y genealogía de todas las familias a este lado del muro), pero los que siguieron los pasos no se arrepintieron.
La HBO fue un eslabón más. Una voz con poder que decidió colocar a Martin en el trono que merecía. La primera temporada de la serie de televisión ya ha terminado en EE.UU tras un éxito arrollador. Millones de espectadores en todo el mundo lamentan ahora la terrible espera que sufrirán hasta que se estrene la segunda parte en televisión. Otros, los menos, los que ya hemos leído más de dos mil páginas sobre los Stark, los Lannister y otras familias que aún ni sospechan, llevamos así dos años: ¿Para cuándo la quinta novela?
George R. R. Martin es un tipo entrañable. La foto, del 25 de julio de 2008, en Granada.