Uno. El padre mira el escaparate, fascinado. Las figuras de Conan, Thor, Iron Man y Ojo de Halcón llaman poderosamente su atención. Después, baja la mirada y revisa las ofertas en los tomos clásicos. «Mira chico –dice a su hijo–, Los Vengadores». El hijo, que sigue el rastro de la mirada del padre e imita sus gestos como una sombra que llega tarde, repasa a los héroes que aparecen en la portada, uno a uno, mientras pronuncia sus nombres en silencio para demostrar que se sabe la lección. Se frena en seco y señala a uno que no conoce: «Papá, ¿quién es es ése?» «¿Ése? –responde– Es La Visión, un hombre que murió y le devolvieron a la vida convirtiéndole en un robot. ¿Nos compramos el número y lo leemos?» «¡Sí!»
Dos. Son las nueves de la mañana y el autobús viaja casi vacío, como todos los días. La tranquilidad mortecina y el traqueteo del viaje se disipan en la parada: cuarenta niños entran de golpe y conquistan todos los rincones del vehículo. La rutinaria vida del autobús recuerda las vidas pasadas de sus habitantes, cuando ir de excursión era un evento subrayado en rojo en el calendario. Los chavales se sientan y gritan y montan follón. Lo normal. Hablan unos segundos hasta que, llegado el momento, como si fueran ancianos que recuerdan que es la hora de la pastilla, sacan el móvil y buscan fotos, vídeos y juegos. «¿Voy a morir hoy?», pregunta una niña al móvil. «¡Dice que no!», replican todos a coro ante la respuesta de la aplicación. Y ríen. Pienso en ‘Black Mirror’. Otro niño levanta la mirada del móvil y clama al cielo: «Dicen que Crepúsculo es la peor película del año, ¡no tienen ni idea!» Hay quórum. Excepto una voz: «A mí… la verdad… es que me parece una chorrada». Extrañeza general. «Qué rara eres», dicen.
Tres. Están sentados en el salón, viendo la tele, cuando el hijo hace su pregunta.
-Papá, ¿yo puedo hacer películas?
-Claro, cuando seas mayor.
-Pero, papá, ¿YO –subraya– puedo hacer películas?
-Sí, hijo, ¿qué quieres decir?
-Hmmm… Pues, que yo quiero hacer películas chulas, ¡de naves y robots!
-Pues sí, harás lo que quieras.
-Pero… ¡soy andaluz!
-¿Y?
-¿Aquí se hacen películas?
-Claro.
-Pero, ¿grandes?
-Claro.
-Vale.