Kon Tiki

¿Sigue habiendo niños que sueñen con explorar el mundo? ¿Existen aún personas que miren un mapa y ansíen conocer los rincones más inhóspitos del planeta? ¿Alguien que esté dispuesto a demostrar que hay horizontes que todavía no hemos dibujado? ¿Tierra sin pisar, agua sin navegar, vida por descubrir? Tal vez, hace tiempo, abandonamos toda posibilidad de enfrentarnos a lo desconocido mientras alguien, otra voz, otro ignorante, nos decía cuáles eran las fronteras del universo conocido. Entonces fue cuando resoplamos y, en voz alta, anunciamos que si nadie lo había conseguido, ¿por qué lo íbamos a hacer nosotros? Y olvidamos la posibilidad de que creer en un mapa del tesoro es, quizás, más importante que la prima de riesgo.

Kon Tiki’ es la historia real de Thor Heyerdahl, un explorador noruego que quiso demostrar a la comunidad científica que los sudamericanos cruzaron el Océano Pacífico en barcas de madera para conquistar la Polinesia. Ante la indiferencia de sus colegas, decide repetir ese mismo viaje de ocho mil kilómetros con la ayuda de cuatro amigos.

Este es un precioso mapa del tesoro. Una aventura de proporciones épicas en la que el hombre se enfrenta a la Naturaleza, guiado por el Sol, a lomos del mar. No hay calamares gigantes ni piratas con aires de rockero ni duelos de espadas en lo alto del mástil. Hay personas, soñadores como usted y como yo que un día se preguntaron qué habría más allá. Y por eso, porque se siente real, la emoción también es peligrosa. Aterroriza ver la pequeña barca de madera asediada por tiburones rodeados de un fondo infinito que refleja los miedos como un espejo mágico.

Joachim Rønning firma un trabajo impecable tras las cámaras, de una belleza inspiradora, con una fotografía deslumbrante. Su destreza para filmar el océano en todo su esplendor llamó la atención de la mismísima Disney, lo que le ha convertido en el director de la próxima ‘Piratas del Caribe 5: Dead Men Tell No Tales’ (2016).

Existe la probabilidad de que hayamos perdido la fe en ese viaje que nos llevaría donde ningún hombre estuvo jamás. Maldita crisis. Aprovechen el cine, una ruta infinita para recordar que un día fuimos aventureros de pro.

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