El pan que habito

Mira que somos malos vendiendo nuestro cine. Pero malos con avaricia. Ya me dolió la barrabasada que hicieron los académicos españoles otorgando su máximo galardón a ‘Pan Negro‘ (me niego a llamarla ‘Pa Negre’, no porque tenga nada en contra del catalán ni lo catalanes, todo lo contrario. Pero es que escribo y hablo en español, por eso digo ‘Lérida’ y no ‘Lleida’. Además, me parece una catetada), esa españolada mística de profundo calado que trataba sobre un chalado del monte que le cortaba el pene a sus víctimas, de un niño que ligaba con un enfermo de lepra y de una niña que sufría vejaciones sexuales de su profesor. Ambos menores, por cierto, considerados ‘actores revelación’ en los Goya. Joder, pues claro, para no rebelarse…

Los amigos del pan tostado arrebataron el título a otras cintas como ‘También la lluvia’ o ‘Enterrado’, dos películas fabulosas de las que merece la pena sentirse orgulloso. De esas que te gustaría ver en la cartelera del cine de tu barrio con un cartel de ‘aforo completo’. De esas a las que les hubiera venido estupendamente el apoyo de la Academia. Pero, en vez de eso, las apartaron de un manotazo para poner la clásica españolada que tanto nos está costando superar.

Lo de Almodóvar ya me parece de chiste. En las últimas horas he leído numerosas críticas del tipo: “’La piel que habito‘ tiene cosas de gran cine, no todo es la historia”. Y un carajo. Pero vamos, que aún suponiendo que tuviera una técnica impecable -que no es cierto-, ¿para qué querría nadie ver una historia que se parodia a sí misma?

Pues resulta que la Academia del Cine Español ha preseleccionado ‘Pan Negro’, ‘La piel que habito’ y -la aún por estrenar- ‘La voz dormida’, que sin verla y teniendo en cuenta que va recomendada por los mismos que han escogido las anteriores, debe ser una españolada considerable (trata de un grupo de mujeres en la guerra civil y tal…), para competir por el Oscar. Sinceramente, no creo que ninguna llegue a la gala. De hecho, espero que no lo hagan. Por pura vergüenza.

Mientras que los gurús de sillón fijo ensalzan el cine que no nos interesa, el talento español despunta en otros foros: desde ‘Celda 211’ a ‘Amigos’, pasando por ‘Blackthorn’ a las esperadísimas ‘Eva’ y ‘Verbo’. A ver si aprendemos a vender.

Pan Negro

Lo podría decir alto: ‘Pan Negro’ no es la mejor película española del año. Pero me apetece decirlo claro: ‘Pan Negro’ es un aburrimiento, un desastre y una completa desilusión. Lo peor que le pudo pasar a la película de Agustín Villaronga es que le dieran tantos premios en los Goya. El éxito, que ensombreció a otras historias de primerísima línea (‘Buried’, pero sobre todo ‘También la lluvia’), creó unas expectativas que, en absoluto, se acercan a la realidad. De hecho, los galardones del cine español deberían pensar en su labor de promoción y en cómo ahora los espectadores nos sentimos estafados al salir de una proyección que se las prometía como ‘El laberinto del Fauno’ en catalán y que, en realidad, es más de lo mismo. Que no les extrañe si alguien se hace la siguiente reflexión: “Si esta es la mejor para la Academia, ¿cómo de malas serán las otras?”

De ‘Pan Negro’ han podido leer cosas así: “Fábula situada en la posguerra española, en la que dos niños se enfrentan al mundo de los adultos para resolver el misterio de ‘Pitorliua’, una criatura fantástica que habita en el bosque”. Algo que difiere mucho de lo que yo vi: Drama situado en la posguerra española -donde unos son muy malos y otros, muy buenos-, en el que dos niños con traumas educacionales y dudas sobre su sexualidad sufren las mentiras de los adultos que les rodean: profesores pederastas, familiares machistas, traidores políticos, crápulas esclavistas y curas desalmados. Los infantes se enfrentarán al mito del ‘Pitorliua’, un homosexual que murió en extrañas -y nada avenidas con la educación para la ciudadanía- circunstancias.

La impotencia al llegar los títulos de crédito es desalentadora. Ahora que el cine español importaba, que la calle hablaba de él con orgullo, nos calzan, de buenas a primeras, una ‘españolada’ como las de siempre. Incluso, uno empieza a dar crédito a las voces que afirmaron que su éxito en los Goya era el resultado de las desavenencias entre Álex de la Iglesia e Iciar Bollaín, la presencia de numerosos catalanes entre los académicos y la nada desdeñable retahíla de patrocinadores públicos de ‘Pan Negro’. Una idea despreciable. Y espero que fundada en la envidia.

Esta insufrible monserga política (eso sí, el arranque es soberbio), además, se alzó con diversos premios a la interpretación. Pase el de Nora Navas, pero ni los niños son una revelación ni Laía Marull es la mejor secundaria, con una presencia en pantalla que sumará, en total, cinco minutos.

No, ‘Pan Negro’ no. Si no la vimos antes, por algo sería.