El gran triunfo de Paranormal Activity es el crecimiento desproporcionado de la cartera de su director, Oren Peli, un primerizo de la (¿gran?) pantalla y que ya ha anunciado nuevos proyectos cinematográficos gracias a la desproporcionada recaudación de la cinta. Paranormal Activity es la metáfora del morbo. El interés creado a partir de una campaña publicitaria mucho más cara que el presupuesto total de la película (10.000 dólares). Es, según se barajaba en Internet, “la mejor película de terror de la última era”. Y sí, pánico da. De lo mala que es.
‘Actividad Paranormal’ podría haber sido el mejor video de Youtube de la historia, pero quiso ser una película y, amigos, ahí está el error. Las imágenes de la cámara estática en la habitación son muy inteligentes. La idea de ser testigos de cómo un fantasma se cuela entre las sábanas de nuestra cama, la convierte en una especie de ‘reality’ con gancho. Esa idea es la que sustenta todo el trabajo y, a partir de ahí, Peli rellena con lugares comunes aburridos e innecesarios.
Gracias a Youtube -el lugar del que nunca debió salir-, podemos ver el final original de la película y no el que hay en el cine, supuestamente ideado por Steven Spielberg. Digo “supuestamente” porque es tan malo que los seguidores del director de Salvar al Soldado Ryan dudan de que haya hecho algo tan… tonto.
Supongamos que la película no se hubiera estrenado nunca en el cine. Supongamos que Oren Peli, en vez de escribir, montar, producir y dirigir una película innecesaria, decide subir a Internet un falso documental de cómo un fantasma pasa la noche con los dueños de un hogar americano. Si eso hubiera sido así, hoy hablaríamos de un director con posibilidades de futuro, un creativo visionario, un excelente maestro de la cámara. Lamentablemente, decidió hacer una película y poner todas las cartas sobre la mesa, lo que descubrió, demasiado pronto, que Oren Peli no es ninguna promesa.